Al calor del amor en un bar
Una de las cosas que más nos está afectado de este confinamiento, además de no poder ver nuestra familia, es salir a la calle y disfrutar de la vida en los bares y restaurantes. Nuestro carácter mediterráneo nos pide compartir la vida, la comida y la bebida con los amigos en la calle, disfrutando del sol y el aire libre.
A medida que ganemos la batalla a la pandemia la vida volverá a su normalidad. El deporte retomará su rutina como si nada hubiera pasado. Volveremos a quedar con amigos que hace años ni veíamos como si nuestra amistad siguiera intacta. Los actores volverán a los escenarios y los museos abrirán sus puertas. Saldremos de casa hacia la libertad y la industria del turismo recuperará poco a poco su pulso feroz.
Sin embargo, no creemos que pase lo mismo para el sector de la hostelería. Recordaremos los años anteriores al virus como la irrecuperable belle époque del restaurante. Las medidas de distanciamiento social, la recuperación de la confianza en la salud de los demás, del sistema en general, llevarán al sector una travesía del desierto nunca realizada.
En tiempos de crisis debemos prepararnos para una oferta más cercana, ya que los chefs y propietarios jugarán a lo seguro. Y, como en el mundo de la moda, lo que sucede en la vanguardia termina volviendo a los gustos masivos. La desglobalización de los alimentos llegará a una cocina cerca de todos. Ya lo estamos viendo en la televisión.
No es la primera crisis a la que nos enfrentamos, sin embargo, esta vez no es «solo» un choque macroeconómico en el trabajo. Es un ataque al elemento vital específico del comercio de restaurantes: cadenas de suministro, apetito por el riesgo empresarial, la apertura del público a la experimentación, a lo lejano, a lo desconocido.
Que los bares y restaurantes apaguen las luces por algún tiempo es trágico. Nosotros no somos muy dados a ir al psicólogo, quedamos con algunos amigos y nos vamos a tomar algo. Los restaurantes proporcionan el primer salario que muchas personas ganan. Son el primer y, a veces, el único sueldo para muchas familias. Y para los que estamos en el otro lado de la barra, ejercen una función social vital. En ellos hemos pasado muchos de los mejores momentos de nuestras vidas.
Todos debemos hacer un esfuerzo por apoyar este sector que es parte de nuestro modo de vida. Como define Mahou en su campaña, los bares son “Compañeros de viaje, lugar de celebraciones, de risas y abrazos, un sitio donde arreglar el mundo”.